Su partida ha provocado una ola de agradecimiento y esperanza que está dando la vuelta al mundo como nunca había ocurrido antes. Nos permite comprender por qué Francisco nos decía en Laudato Si que debíamos ver a la humanidad como pueblo y el mundo como patria...
La partida de Francisco reveló la profundidad y extensión a la que ha llegado su mensaje y su testimonio por la justicia y la paz en el mundo. Fue conmovedor ver las manifestaciones de dolor y agradecimiento en tantas ciudades y pueblos de la tierra.
En un mundo atribulado, que se está desmoronando y llegando a un punto de quiebre, como Francisco nos decía en Laudate Deum, su partida mostró también la esperanza y la disposición de millones de personas a continuar o emprender procesos de transformación de la economía tecnocrática -que está destruyendo los bienes naturales y sometiendo a la pobreza y a la exclusión a buena parte de la humanidad-, en economía de solidaridad y cuidado de la naturaleza y las personas. Nos mostró a millones de personas manifestando su disposición a comprometerse o renovar su compromiso en la construcción de una nueva sociedad humana, en las que todos nos reconozcamos como hermanos y hermanas, recuperando la política como valioso instrumento de participación en las decisiones de gobierno de las comunidades, de las naciones y las organizaciones internacionales. Es decir, dispuestas a ejercer el “multilateralismo desde abajo” ante el fracaso del multilateralismo desde arriba, como también nos convocó Francisco en Laudate Deum.
Su partida ha provocado una ola de agradecimiento y esperanza que está dando la vuelta al mundo como nunca había ocurrido antes. Nos permite comprender por qué Francisco nos decía en Laudato Si que debíamos ver a la humanidad como pueblo y el mundo como patria y que todas las acciones humanas en el cuidado de la naturaleza o de las personas, por pequeñas que sean, son valiosas y repercuten y se encadenan. Nos estaba anticipando lo que ahora hemos visto: todos los pueblos del mundo reclamando al unísono vivir en paz, con acceso al trabajo digno, al techo, a la tierra, al conocimiento, a la salud. También es la primera vez en la historia que ocurre. Y ocurre como respuesta a la proposición de un proyecto universal por un líder espiritual que fue capaz de escuchar en todas las lenguas el grito de los débiles, los excluidos, los hambrientos, los privados de toda dignidad y el grito de la naturaleza, y convertirlos repetidamente en mensajes acerca de cómo transformar la realidad, cómo iniciar procesos para la construcción de un nuevo sistema universal.
Francisco ha unido todos los pueblos del mundo, cada uno con su historia y su cultura, en la convicción de que mucho del futuro será como ellos quieran. Nos ha mostrado cómo y por qué son los sujetos de la historia.
Su partida ha revelado que la tierra está preparada para recibir las semillas de una nueva sociedad humana. Los creyentes de todos los credos recemos en acción de gracias y todos, creyentes y no creyentes, renovemos nuestro compromiso por la vida y de por vida.
(*) Abogado por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con posgrado en la UCA y especializado en Derecho de la Integración, Derecho Comunitario y Derecho Económico y Contractual Latinoamericano. Actualmente es miembro de la Comisión Nacional de Justicia y Paz e integra el equipo coordinador de la Red Eclesial Justicia y Paz en la Patria Grande.
Desde marzo de 2021 hasta 2024 incluido fue es presidente de la Comisión Nacional de Justicia y Paz, de la Conferencia Episcopal Argentina.
Fue miembro del Corredor de las Ideas del Cono Sur, director de proyectos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, profesor de grado y de posgrado en la Facultad de Derecho de la UBA, profesor invitado de la Universidad de la República (Montevideo) y de la Universidad Tecnológica Nacional, profesor del Diplomado para dirigentes sociales de la Universidad Nacional de San Martín y la Pastoral Social de la Diócesis de Buenos Aires y coordinador del Programa de Reflexión sobre América Latina de la Cátedra Pontificia de la Universidad Católica Argentina.
Es Huésped de Honor de la Universidad Nacional de Cuyo, profesor de la materia Cristianismo y pensamiento latinoamericano en la especialización en Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Nacional de Lanús, miembro del Consejo de Redacción de la revista Hechos e Ideas, presidente de la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina, coordinador de la Red de Comisiones de Justicia y Paz de América Latina, miembro del Consejo de Redes y Programas de acción pastoral del CELAM y miembro de la Red eclesial del Acuífero Guaraní y el Gran Chaco.
Es miembro fundador del Foro Permanente de Juristas y Asociaciones de Derecho Comparado del MERCOSUR, del Foro para la Unificación del Derecho Privado, del Instituto de Integración Latinoamericana de la Universidad Nacional de Cuyo, del Foro San Martín para la reunificación de nuestra América y miembro de la Asociación Argentina de Derecho Comparado, del Corredor de las Ideas del Cono Sur, del Instituto de Derecho Internacional Público, Relaciones Internacionales y Derecho de la Integración del Colegio Público de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y Huésped de Honor y Coordinador Institucional de la Universidad Nacional de Cuyo en Buenos Aires.
Nota de opinión de 27 de abril de 2025.